Francisco Rodríguez Caballero
En 1910, el salario mínimo establecido en México era de 0.38 centavos, pero, en realidad, un jornalero agrícola ganaba en promedio sólo 0.25 centavos, era la época porfirista. En la actualidad el salario mínimo es de 59.82 pesos. Y, aunque estos dos salarios parecen tener una diferencia abismal, podemos afirmar que el salario actual alcanza para lo mismo que el de entonces; solamente para sobrevivir. Veamos.
México, en 1910, tenía una población de casi nueve millones de campesinos frente a casi cuatro millones de pobladores en la zona urbana.
La tierra que había pertenecido a los pueblos, fue arrebatada por los hacendados y empresarios extranjeros. Más de un cuarto de la superficie de México pasó a manos de 834 personas. Así, 90 por ciento de la población rural se convirtió en peones; los trabajadores, para vivir, pedían préstamos al hacendado y estaban obligados, entonces, de por vida, a trabajar para él. Las deudas se transmitían de padres a hijos y a nietos. Los peones vivían en la más humillante de las miserias, en condiciones inhumanas, como animales, imposibilitados para escapar porque los rurales les aplicaban la ley fuga (fusilamiento a quien intentara escapar). La iglesia católica, cómplice de Porfirio Díaz, consentía y se beneficiaba de este sistema de servidumbre semiesclavista.