García Márquez
Soneto matinal
a una colegiala ingrávida
Al pasar me saluda y tras el viento
que da al aliento de su voz temprana
en la cuadrada luz de una ventana
se empaña, no el cristal, sino el aliento.
Es tempranera como una campana.
Cabe en lo inverosímil, como un cuento
y cuando corta el hilo del momento
vierte su sangre blanca la mañana.
Si se viste de azul y va a la escuela,
no se distingue si camina o vuela
porque es como la brisa, tan liviana
que en la mañana azul no se precisa
cuál de las tres que pasan es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.
Si alguien llama a tu puerta
Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
y algo en tu sangre late y no reposa
y en su tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida armonía.
Si alguien llama a tu puerta y todavía
te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa se desangra el día.
Si alguien llama a tu puerta una mañana
sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía.
Si aún la vida es verdad y el verso existe.
Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.
(1945)
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