por
Ecostófanes o Mono Economista
Pareciera
como si hubiera “sonado la campana funeral de la ciencia económica burguesa. Ya no se trataba de si tal o cual teorema
era o no verdadero, sino de si resultaba beneficioso o perjudicial, cómodo
o molesto (…) Los investigadores
desinteresados fueron sustituidos por espadachines a sueldo y los estudios científicos imparciales
dejaron el puesto a la conciencia turbia y a las perversas intenciones de
la apologética” (Marx, K. 1973, énfasis añadido). Lo fundamental de esta frase
no es lo que concierne al discurso marxista sobre la “economía burguesa”, sino
el que señala un hecho del cual somos testigos. El cuestionamiento de la
economía como ciencia a partir de un momento. La “ciencia” economía está en
crisis (no nada más la economía real), cada vez que se ve superado su poder
explicativo en lugar de afrontar los problemas que la aquejan, se sigue aferrando
(en esencia) a los mismos principios y conclusiones pasadas. Igualmente, cuando
se cuestiona el “sistema de mercados” lo defiende como si tuviera algo que
perder, como si su objetivo fuera
convencerse a sí misma continuamente de que tiene la razón, aun cuando hay
muestras que apoyen lo contrario. Y en muchas ocasiones considera necesario
recomenzar el trayecto avanzado, volver a enunciar sus leyes, replantear sus
supuestos porque no son realistas.
La
economía ciega (tanto teórica como prácticamente) viene cargando una roca
inmensa sobre su espalda (cuyo peso proviene: teóricamente del agobio que
siente por demostrarse que tiene la verdad en sus manos y prácticamente por la
angustia de conseguir el mayor crecimiento posible) a lo largo de una extensa
colina, y justo cuando cree llegar a la cima viene la caída, pierde la piedra y
la ve rodar hasta las faldas de la sierra. Una fuerza extraña, como venida de
los Dioses le arrebata su victoria, sobreviene la crisis económica y la crisis
teórica. Pero esto no la doblega, ella no sucumbe ante tales golpes, recobra
bríos (surge alguna nueva teoría, como la Keynesiana o Neoliberal y se vuelve a
creer que tan solo ha sido efecto del errar humano, las expectativas
mercantiles mejoran después de toda la destrucción ocasionada en los empleos, satisfacciones,
vidas, etc.) y obstinada vuelve a levantar la roca para continuar infinitamente
su marcha. No nada más la economía ha sido incapaz de lograr uno de sus
objetivos: acabar con la pobreza material, sino que la ha incrementado; no nada
más la economía ha sido incapaz de explicarse teóricamente su ruina, sino que
se ha obcecado y ha dejado de ser ciencia para convertirse en dogma.
¡Oh
Economía sísifica! Habéis engañado a la muerte, lo habéis hecho durante muchos
años y lo seguiréis haciendo durante muchos más. Pero no os creáis inmortal,
que en este mundo ni lo divino es eterno y un día, por más que intentes
escapar, tu astucia no te será suficiente y tendrás que enfrentarte al destino
que tú misma te has construido.
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