Liseo González
El pasado mes de abril la Presidenta de Argentina,
Cristina Fernández de Kirchner, dio la noticia desde la Casa Rosada de que se
expropiaba a Repsol del 51% de las acciones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales
(YPF). Esto tomó a muchos por sorpresa y despertó un sinfín de reacciones;
muchos países de Latinoamérica aplaudieron y la calificaron de necesaria y
justa, otros (especialmente Europa y Norteamérica) la criticaron e incluso la
calificaron como “un atropello contra la empresa”.
El argumento principal de la expropiación fue la política de
sobrexplotación de los yacimientos existentes y la poca actividad exploratoria
que se llevó a cabo durante la gestión de Repsol (tan sólo se invirtió el 0.2 %
de los ingresos de la empresa en más de 11 años). También se responsabilizó a
Repsol de la caída del 54 y 97% de la producción de crudo y gas natural entre
1998 y 2011, cayendo en la necesidad de importar combustibles. La realidad era
un mal manejo de la empresa YPF a manos de Repsol.
¿Pero qué es YPF? YPF fue fundada en 1922 y durante 70 años (1922-1992) fue
el principal activo estratégico y económicamente viable del gobierno argentino,
logrando con él expandir la oferta y producción de energía en todas sus formas (combustibles
derivados del crudo, gas natural y electricidad). YPF maneja el 32% del
petróleo y el 23% del gas natural argentino. Esta importante empresa estatal
fue privatizada durante la gestión del ultraneoliberal Carlos Saúl Menem en dos
etapas; la primera en 1992 y la segunda en 1999.
La empresa Repsol fue la que compró la mayoría de las acciones de YPF por
15,000 millones de dólares y fue la que se benefició por mas de diez años, sin
invertir nada; durante este periodo la empresa tuvo ganancias de 15,728
millones de dólares, es decir, un poco mas de lo pagó por la empresa.
Esta medida del gobierno argentino hizo que muchos quisieran despertar la
angustia de que se estaban ahuyentando las inversiones extranjeras, entre ellos
el Presidente mexicano, Felipe Calderón, quien incluso hizo un llamado al
gobierno argentino a dar vuelta atrás a la propuesta. Pero estas deducciones se
encuentran con poco fundamento, toda vez que el crecimiento económico y los
recursos naturales son elementos que atraen las inversiones y que Latinoamérica
logra cumplir.
Por su parte, el gobierno de Rajoy reaccionó con una trasnochada actitud
colonialista y no dejó de lanzar amenazas contra Buenos Aires.
Finalmente, en los tiempos que corren y con las metas que el gobierno
argentino se ha propuesto (a nivel nacional e internacional) es de fundamental
importancia tener una empresa como YPF fuerte y vigorosa, toda vez que esta puede
ser una palanca de desarrollo social y económico para el pueblo argentino. En
estas condiciones, la decisión es debidamente justificada y necesaria para un
pueblo con una economía emergente que se propone dar algo más. Y ahora si, como
dijera alguna vez el presidente mexicano Lázaro Cárdenas: “Es mejor un ingreso
petrolero que beneficie al país y a los trabajadores que uno que enriquece al
extranjero con ganancias fabulosas”.
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