Marat Barca
Ha llegado una temporada más de la celebración del día de muertos, y ya la flor de calabaza y el pan de muerto se empiezan a ver en las calles. Pero ¿de dónde viene esta larga tradición? Se trata de una celebración de origen prehispánico, en donde se pensaba que cuando alguien fallecía su espíritu seguía viviendo y que, dependiendo de la forma en que el difunto había fallecido, le correspondía el lugar en donde estaría su alma. Existían tres direcciones: Tlalolcan, paraíso de Tláloc, a donde llegaban los que morían por relación con el agua o el rayo; Omeyocan, paraíso del sol, para quienes morían en el combate o en el parto; y Mictlán, para quienes fallecían por muerte natural. Los entierros eran acompañados de ofrendas que contenían objetos que había utilizado el difunto y que podría utilizar en su viaje al inframundo.
La interpretación de la muerte es un elemento que ha estado presente desde la aparición del hombre mismo. Para ello, las diversas culturas antiguas y actuales, han logrado desarrollar una serie de ritos y tradiciones enfocadas a venerarla, honrarla e incluso para burlarse de ella. Celebremos y honremos a los que nos han dejado, pues a ellos nos debemos nosotros, y no permitamos que en nuestras tradiciones se mezclen elementos extranjeros como el Hallowen, que tienen fines meramente mercantiles. Salud.
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