jueves, 7 de abril de 2011

Sobre el atributo de la seducción

Hace algunos días, en Horizonte Político, leí con atención el interesante artículo Seducción ¿atributo o defecto? de Axel Dessade; por la singular importancia del tema, y a riesgo de salir apaleado por el autor, me atrevo a expresar un breve comentario.
De entrada me parece que Axel Dessade asume una posición valiente y audaz al abordar un tema tan apasionante como el amor y la seducción; temas que no siempre aparecen en blanco y negro. Además, sustenta su artículo señalando que son temas que preocupan al hombre desde la antigüedad hasta nuestros días: haciendo referencia al “Arte de amar” del poeta romano Ovidio hasta el “Arte de Amar”, del humanista alemán Erich Fromm. Tiene absoluta razón Axel, los problemas de la conducta del hombre como ser individual y social, fueron y siguen siendo de primerísima importancia para el hombre y la sociedad contemporánea.

Posteriormente Axel se centra en la seducción: la atracción natural entre dos seres utilizando los recursos propios de cada individuo: su forma de pensar, hablar, reír, mirar, etc., con la “finalidad de atraer física y sexualmente a parejas potenciales”. De esta manera, siguiendo a Fromm, Axel plantea que la autoestima está en relación directa con el proceso de seducción ya que la confianza en nosotros mismos nos permitirá sentirnos seguros en nuestro intento de seducir a una persona y llegado el caso, ser lo suficientemente fuerte para soportar la crítica, el rechazo o el fracaso.

Finaliza su artículo señalando que para algunas personas el arte de seducir puede traer otro tipo de consecuencias como la infidelidad. La seducción como arma de conquista o como característica propia del individuo que tendrá que aprender a desarrollar.

Me parece que Axel va tejiendo su artículo con argumentos sólidos pero en algunas partes da cabida a elementos sin consistencia: por ejemplo, cuando señala que según estudios psicológicos se ha demostrado que la seducción tiene la finalidad de cambiar el pensamiento del otro, es decir de la pareja potencial o en aquella otra parte donde al final, de rozón, menciona el problema de la infidelidad como causa o efecto del seductor o la víctima de la seducción.

A mi juicio, la seducción, en efecto, está asociada al esfuerzo de una persona por atraer física y sexualmente a otra persona y obedece generalmente a su intento fugas por conocer y relacionarse con otra. Sin embargo, cuando la relación no se limita exclusivamente a la atracción física y sexual sino que tiene un sustento en la identificación y correspondencia en el pensamiento de los hombres entonces la relación y la seducción se acrecienta exponencialmente. Ése es un nivel superior al que puede llegar una relación. Por tanto, no creo que el objetivo inmediato de la seducción, en nuestros días, obedezca a razones de carácter subjetivo y vayan dirigidos al pensamiento del seducido: por el contrario, se reduce a satisfacer una necesidad eminentemente carnal, física y sexual. Por otro lado, la infidelidad es un fenómeno común, ciertamente, pero la capacidad seductora de una persona o la fragilidad de otra para dejarse seducir, no son factores relevantes para explicar este problema. Sus causas son mucho más profundas y complejas.

Ahora bien, el coqueteo y la seducción son conductas inherentes al individuo y permiten, claro, que las personas se relaciones y la autoestima juega un papel fundamental. Sin embargo, una relación sustentada en la atracción física y sexual resulta, en la mayoría de los casos, superficial y momentánea. A mi juicio, en una sociedad donde los valores humanos se han torcido por completo, el arte de la seducción es equivalente al arte de la atracción simulada.

Los seres humanos debemos aprender a relacionarnos y valorar a las personas no sólo por su apariencia física o el deseo sexual que nos despierten, esto podría ser divertido en lo inmediato pero a la larga será irreversiblemente frívolo y vacuo. La seducción, entonces, no es un defecto, por el contario, es un extraordinario atributo que poseen los seres humanos; el problema es la forma incorrecta en que se ejerce. Yo creo que relacionarse con las personas es un arte, cierto, pero debe sustentarse en otro tipo de actitudes y valores, como pueden ser, la sencillez, honradez, franqueza, sinceridad hasta llegar al amor. En toda la extensión de la palabra amor, están incluidos, indiscutiblemente, la atracción física y el deseo sexual. Vale.

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