jueves, 22 de marzo de 2012

EL MITO VAMPÍRICO EN LA OBRA “EL CAPITAL” DE KARL MARX


Getzemaní González Castro

¿Qué tanto influye el inconsciente de una sociedad en la vida personal de un individuo? La creación simbólica de la cultura dentro de una sociedad posiblemente sea innegable bajo ciertos parámetros y discutible en algunos más. Son individuos extraordinarios los que se atreven a romper los moldes. Marx es una figura sobresaliente en el XIX, pero ¿qué tanto está predispuesto por su cultura? ¿Qué tanto le afecta el mito cultural? Recordemos que desde los griegos y los aztecas, los mitos son determinantes dentro de una cultura para la cosmovisión y aunque, a grosso modo, se pretende pensar que el mito ha sido superado por el logos, lo cierto es que el mito sigue presente hasta hoy día dentro del inconsciente de las sociedades. Aunque los mitos seas propiamente creaciones humanas, lo cierto es que los humanos somos modificados por nuestras propias creaciones. Recordemos cuánta sangre y sudor nos ha costado la idea de Dios, que aunque es una mera invención humana, ha servido de estandarte para el exterminio de millones. Es un apunte pues, para puntualizar la importancia del mito dentro de una sociedad, dentro de una cultura. ¿Cuál fue el mito que afectó o benefició el trabajo de Marx? El mito vampírico.




En la medula de la sociedad que Marx habitada estaba impregnado el mito vampírico, pero… ¿Qué es el mito vampírico? Surge casi propiamente por la novela Drácula de Bram Stoker y, antes, El Vampiro de John Polidori. El mito vampírico consiste en la creencia de que un ser muerto regresa de la muerte para chupar la sangre de los vivos y así alimentarse. Y este apunte es importante porque recordemos la retroalimentación de la psique con la sociedad; es decir, la psique aporta contenidos nuevos a la sociedad (o cultura) y la sociedad aporta contenidos nuevos a la psique humana, haciendo así un círculo retro-alimentario.

“[…] el obrero no es ningún agente libre y su vampiro no cesa en su empeño, mientras quede […] una gota de sangre que chupar” (El capital)

Los fantasmas y terrores de la sociedad que habitaba Marx son casi exclusivamente vampíricos, por eso no es de sorprender que Marx haga agudas analogías entre el vampiro y el capital; en efecto, el capital es trabajo muerto que se alimenta de la sangre viva de los trabajadores y así, perpetúa la muerte y la podredumbre. Es una analogía correcta porque el mito en cuantk que voz del pueblo es un espejo vital donde se han de reflejar los miedos; pero… ¿por qué nos gustan tanto los mitos sobre vampiros y fantasmas? Porque representan la lucha entre el bien y el mal, esa encolerizada contienda que nos lleva a derramar hasta la última gota de sangre por defender lo que es justo, lo que es bueno. Los vampiros, en el mundo simbólico de la psique social, representan el mal, al igual que el capitalismo, así que no nos hemos de paralizar de miedo ante ellos sino más bien clavarles una estaca en el mero corazón. Esos seres que nosotros podemos ver como casi-inmortales caen bajo la agudeza del pensamiento humano.

“El capital es trabajo muerto que no sabe alimentarse, como los vampiros, más que chupando trabajo vivo, y que vive más cuanto más trabajo chupa” (El capital)

En este apartado vemos lo que ya habíamos apuntado. La sincronía de esto se enuncia muerte-vida-muerte. El capital es algo muerto que se apodera de la vida de los proletarios para continuar viviendo, para alimentarse, pero no por ello se convierte en algo vivo sino que se mantiene muerto (trabajo muerto.) Ahora, Marx al hacer la analogía del capitalismo con el mito vampírico le da al capitalismo un valor erótico, esto, solamente por lo engañoso, por lo de atrayente, por la posesión sexual simbólica al chupar el líquido vital de los proletarios; lo siniestro y lo erótico se unen en un mismo punto para seducir, pero lo que Marx nos dice es ¡peligro! Es seductor pero terminaremos muertos, alimentando muerte. El vampiro es pues, la figura maléfica a combatir, así como el capitalismo porque el capitalismo se apodera del alma del obrero al explotarlo, apropiándose de su trabajo y aumentando su capital a través de la plusvalía. El capitalista es, pues, quien somete a sus víctimas sin importar la edad de éstas, al igual que el vampiro, no le importa si se apropia de hombre, mujeres o niños, lo que le interesa es seguir viviendo al precio que sea. Así pues, hemos analizado esta analogía y concluimos que hemos de enterrarle una estaca en el corazón al capitalismo; los proletarios han de defenderse de la serpiente de sus tormentos; estos proletarios son la representación colectiva del bien que, mediante la revolución, superarán positivamente el capitalismo imponiendo una sociedad comunista, desterrando el mal, matando al muerto, al vampiro. Y después, el muerto al pozo y el vivo al gozo.

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