miércoles, 30 de marzo de 2011

EL DILEMA DE PEMEX

Bruno Tlacaéle García López
Desde hace tiempo existe una discusión dos disyuntivas, o una dicotomía como suele decirse, en nuestro país; “PEMEX debe privatizarse, o no”.
 Existe una posición política y económica con una cabeza bien clara (el gobierno federal y su partido), que tienen la creencia de decir que lo que tenemos que hacer es dejar al capital extranjero invertir en las empresas estatales, que dicho se paso costaron sangre y sudor
a nuestro querido pueblo, y por otro lado existe la nada saludable postura de que debemos mantener a PEMEX como una empresa estatal, aunque está en una infame e intricada situación, aclarando que en los hechos está casi privatizada. Las peleas en el Congreso sobre las reformas de Pemex y mas aún en lo que cabe de la reforma fiscal no cesan, porque nuestro país se atiene en un 35% a los considerables ingresos de las ventas de crudo.





Huelga decir que los datos no son nada alentadores tan solo en lo que va del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, PEMEX perdió $273 mil millones. En 2008, cuando se alcanzaron los mayores precios históricos del crudo de exportación, el menoscabo fue por 112 mil 76 millones de pesos. Pese a la reforma energética, los malos resultados continuaron. En los informes financieros de la petrolera, se repiten los mismos argumentos para justificar las mermas: incremento de impuestos, derechos y aprovechamientos, y mayores costos por compra de productos, en particular las gasolinas automotrices.

Para nadie es desconocido que la paraestatal tiene una gran red de corrupción, no hace mucho se publicó que los trabajadores gastaron casi 4 millones de pesos en uniformes y equipos de beisbol, y no es que yo esté en contra del fomento al deporte pero haciendo cuentas claras y precisas se puede llegar a la conclusión, de que se supera mucho lo que se debería haber gastado. Esto es un circulo vicioso, un negocio que tiene gastos altos socava las ganancias, esto a su vez deja poco margen de reinversión, lo que nos lleva a otro punto pues sin la inversión en tecnología se tiene que dejar a la iniciativa privada las concesiones para sustraer el petróleo, como es el caso del más reciente yacimiento petrolero encontrado en nuestro país: Chinontepec, en donde si se tuviera la suficiente tecnología no estaríamos incitando a los inversionistas extranjeros a poner gran parte del dinero en ese proyecto, a eso hay que añadirle que el Estado mexicano sustrae aproximadamente el 80% de las ganancias petroleras, lo que deja una reinversión del 20%, de por sí ya mermada por los robos a la para estatal. Esta dinámica a largo plazo lo que creara, no será otra cosa que la quiebra de cualquier empresa privada o estatal.



Todo esto se debe no a que el Estado no pueda administrar una empresa, tenemos los ejemplos de Venezuela, Bolivia y Brasil, lo que pasa es que cada quien acarrea agua para su molino, todos le sacan provecho a Pemex, a excepción de la gran mayoría de pobres de nuestro país.

A mi modo de ver las cosas, lo que se necesita en primer término es una reforma hacendaria integral, sin fines partidistas, ni políticos, en donde se cobre más a quien tiene más ingreso, aunado a eso un rígido sistema de tributación en donde no se permita el engaño que hacen muchos para declarar impuestos, pagar menos de lo que les corresponda, además un manejo sano de los impuestos, acabar con la corrupción administrativa de la paraestatal, con una vigilancia implacable, con esto poder desahogar a PEMEX para que este pueda invertir en tecnología y ser productivo, se podrían construir refinerías para dejar de importar gasolina cara, esto tendría como finalidad que el Estado mexicano pudiera tener ingresos por mayores cantidades.



Aunque evidentemente Pemex no es la toda la solución, sino una parte, logrado esto se podrían dar un mejor nivel de vida para la población en general, ¿Cuándo llegará el día en que la clase política mexicana deje de mirar solo para sus intereses? Cuando tengamos una nueva clase política que represente en realidad a los intereses de la mayoría, y los mexicanos estén decididos a tomar el destino en sus propias manos, cuando tengamos una verdadera democracia. Por el bien de todos, esperemos que sea pronto.



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