martes, 8 de marzo de 2011

Políticos incompetentes, economía incompetente


Alan Rámirez


Polémicas palabras las de nuestro titular de Hacienda no cabe duda, y es que, atreverse a afirmar en la difícil situación por la que atraviesa nuestra nación que, “hay familias mexicanas que con ingresos de seis mil pesos al mes, tienen crédito para una vivienda, crédito para un coche, se dan tiempo para mandar a sus hijos a una escuela privada y están pagando las colegiaturas”; más que declaraciones en extremo optimistas, resultan más bien dignas de un funcionario con muy poco tacto político, de esos de los que casi no abundan en el país.

Como mencioné en mi colaboración pasada, la economía de mercado se encuentra desde hace 3 años en una crisis de vital importancia, una crisis que, irremediablemente, transmitió su embate a territorio nacional. A este respecto la política económica aplicada en México es de tipo neoliberal, es decir, de dar rienda suelta a la economía y aplicar la política de laissez faire; famosas son esas palabras de Felipe Calderón arguyendo que la mejor manera de proteger la economía es rechazar el proteccionismo. Visión un poco atrasada teniendo en cuenta el contexto mundial.



Y parece ser que se está actuando en consecuencia, lo demuestran los famosos “gasolinazos” mensuales. El aumento mensual del 1 % del producto inflacionario por antonomasia, so pretexto de alcanzar precios “internacionales” es un hecho consagrado, y que, según sus más asiduos defensores, es completamente necesario. Para quienes, como yo, conozcan poco de economía, un producto inflacionario, es aquel cuyo aumento de precio se traslada a un gran número de bienes, es decir, como ejemplo concreto y que además abarca la política que trato de explicar; si el precio de la gasolina sube, trasladarse de un lugar a otro será más costoso; ahora bien, si lo que se traslada son mercancías, trasladar estas del lugar en donde fueron producidas, al lugar en que serán consumidas, implicará un costo adicional, por tanto, los precios de todas las mercancías que tengan que cumplir este viaje se elevaran, causando así, un efecto de inflación. Efecto que, como siempre, tendrá impacto negativo principalmente, en los estratos pobres de la población.

El argumento que utilizan quienes defienden tal medida es el siguiente: El precio de la gasolina Magna en Estados Unidos se cotiza en 7 % por arriba del valor en que se vende la misma cantidad de gasolina en México; en otros términos, el precio del combustible mexicano no está al nivel del internacional. ¿Y eso qué? Pues según Felipe Calderón, que México tiene pérdidas por 80 mil millones de pesos, esto –continúa- debido a que importa 45% de toda la gasolina y diesel consumido en la nación. En pocas palaras, que existe un déficit (término económico que se utiliza para señalar que lo que se pierde es superior a lo que se gana). Argumento ya de por si cuestionable, considerando que, la expectativa del Gobierno Federal con el que se calcularon los ingresos públicos para este año (por concepto de exportación petrolera) fue de 65.4 dólares por barril, precio muy por debajo del que ahora se vende: 96.66, pero no solo eso; sino que además al señor presidente se le olvida que México es el quinto productor a nivel mundial de petróleo y que importar diesel y gasolina es ya de por sí una muestra de las malas políticas gubernamentales que no han logrado crear una infraestructura de refinación, y que ahora debemos pagar todos los mexicanos por ello.

Pasando esta digresión, que era solo un ejemplo de las medidas tomadas por el Gobierno Federal, nos queda revisar ¿Cuáles son entonces las medidas que se deberían tomar?



Pues resulta que es reconocido por los grandes teóricos, que en épocas de crisis es necesario el aumento de la demanda efectiva, es decir, del número de personas que estén dispuestas a consumir, y que a la vez tengan recursos para hacerlo, esto con el fin de incentivar la actividad económica. ¿De qué forma lograr esto? Algunos teóricos como Joseph E. Stiglitz, Premio Nobel de Economía en 2001, recomiendan bajar los impuestos a los pobres, aumentar los beneficios de desempleo al mismo tiempo que aumentar los impuestos a los ricos. Dejare a su consideración la diferencia entre lo que dicen los Nobel de economía y lo que hace nuestro “lucido” gobierno.

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