miércoles, 30 de marzo de 2011

Sindicalismo y Partido Obrero (Parte I )

 Eneas Sánchez Trujillo

Muchas son las cosas que podríamos decir sobre las terribles condiciones económicas que el día de hoy soporta la clase obrera en México y en el mundo, muchos los temas que abordar desde diferentes ángulos; trátese ya de su aspecto jurídico, político, humano, etc. De todo ello, hay un elemento que todos aprueban, en el que todos coinciden, aunque sus causantes se empeñen en ocultarlo o maquillarlo, me refiero a la ascendente marginación humana a la que es sometida la clase obrera mundial. Trataré de plantear algunas de las alternativas que se han puesto en marcha para paliar o erradicar la anterior afirmación.

El hombre no siempre se ha mantenido bajo la estructura social y política en la que hoy nos encontramos. Ésta ha sido fruto varios modelos de producción que le antecedieron, con diferente forma de producir la riqueza y, por lo tanto, con diversa estructura social. La burguesía, clase económica que actualmente controla la política mundial, tiene su aparición infantil allá por el siglo XIII, con la aparición de la clase mercantilista, dedicada al traslado de mercancías, principalmente por vía marítima. Tras su desarrollo y consolidación en Inglaterra, empezaron a apoderarse de la tierra de manera legítima e ilegitima, introdujeron herramientas de mayor calidad técnica, Se da una movilidad social de la gente del campo, se introduce nuevos cultivos como tubérculos. En el ganado se crean los primeros procedimientos científicos de cría, selección, higiene, sanidad y alimentación; teniendo una mejor fuente de la producción textil. El capitalista mercantilista reorganiza el trabajo individual o familiar en talleres, a quienes suministra los instrumentos, materia prima, encargándose él mismo de comerciarla interna y externamente.

En una segunda fase aparece la invención tecnificada de las herramientas de trabajo, los telares mecánicos y la máquina de vapor. Cambios que alentarían la concentración urbana, para la minería del carbón y la industria metalúrgica, se crean los altos hornos y la producción de acero; esto último, decisivo para la aparición del ferrocarril y la navegación marítima (máquina de vapor de combustión interna). En materia social se fraguaron cambios estructurales como la eliminación de la servidumbre y aparición del proletariado; la transformación de la actividad artesanal manufacturera primero, y después fabril. Todo esto necesariamente tenía que desembocar en la eliminación de la producción campesina propia del feudalismo, en la eliminación del señor feudal y el siervo de la gleba; para dar paso a la aparición del obrero y el capitalista, estructura social básica de la sociedad actual.

Trabajo infantil en el siglo XVIII
Es pues, que los conceptos sindicalismo y el partido obrero, son propios del sistema económico conocido como capitalista, ya que es hasta éste nivel de desarrollo social en donde aparece el trabajo asalariado; jurídicamente al trabajador se le considera al mismo nivel que su patrón y principalmente, se le otorga la facultad de elegir con quien ocupar su fuerza de trabajo. Aunque no han sido las únicas formas de organización, el sindicalismo tiene antecedentes importantes que el obrero tiene que conocer para aprender de los errores y así, mejorar su herramienta de lucha.

La primera manifestación obrera que llegó a tener repercusión nacional y arrojó resultados positivos fue el movimiento Ludditista ocurrido en la segunda mitad del siglo XVIII en Inglaterra. El objetivo era la destrucción de las máquinas, ya que se pensaba que eran éstas las culpables del remplazo de mucha mano obrera. De la protesta pública se pasó a la destrucción de máquinas y fábricas enteras, que dio como consecuencia la respuesta del parlamento; la pena de muerte a los luddistas, se reprimió más la organización y lucha de los trabajadores. Bajo este panorama se buscaron nuevas alternativas de organización clandestina. Así hacen su aparición las agrupaciones mutualistas, que consistían en la formación de una caja de ahorro de los obreros, de donde se apoyaba a todo obrero que hubiese cooperado y que se le presentara algún gasto extraordinario. En ambos intentos, aunque con muchas limitaciones organizativas, obligaron al gobierno a promulgar leyes favorables: en 1774; se dicta la reducción de la jornada de trabajo de los niños y, en 1802 y 1819, se establece la jornada diurna de 12 horas para los niños.

Sin embargo, el primer antecedente directo de los sindicatos, lo encontramos en las agrupaciones tradeunionístas (uniones de industria). A pesar de tratarse de organizaciones ilegales, su lucha significó un gran avance. En 1786, los encuadernadores de Londres usaron, tal vez por vez primera, la acción de la huelga, exigiendo la reducción de la jornada de trabajo y el reconocimiento legal de las traudeniones, misma que fue aprobada en 1825.

La gran marcha Cartista en Kennington Common


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