martes, 8 de marzo de 2011

CONTRAREFORMA A LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO

CORTESIA DEL INFORMADOR OBRERO

Pocos asuntos revisten, en este momento, tanta importancia para los trabajadores mexicanos en su conjunto, como la Reforma Laboral que en estos días se negocia entre los partidos políticos representados en el Congreso y los grandes capitalistas organizados de México; estos últimos, diligentemente auxiliados por Felipe Calderón, y su Secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, un verdadero “Bull-Terrier” en la defensa de la clase patronal, para la que ha trabajado toda su vida.

Mal haría el “Informador Obrero”, compañero trabajador, si no te ayudara a conocer el problema, a que comprendas todo lo que te juegas en este asunto, y, sobre todo, si no ayudara a que te decidas, de una vez por todas, a parar en seco la voracidad sin límites de los poderosos de este país. Veamos cómo está el asunto.

Con el pretexto de incrementar la inversión y la actividad económica en el país; de elevar la productividad de la industria nacional y hacerla “competitiva”; y, desde luego, con el pretexto genial de generar un mayor número de puestos de trabajo, desde hace años, los capitalistas más poderosos del país han presionado a los respectivos gobiernos, para obligarlos a hacer “más flexible” la Ley Federal del Trabajo (LFT). Ellos sostienen que existen un gran número de obligaciones y cargas financieras que merman las utilidades de los inversionistas, en detrimento de la economía nacional y de la generación de empleos.

No sindicatos, no huelgas, no pago de salarios caídos durante huelgas y juicios individuales, no prestaciones sociales, no jubilaciones, pensiones, y liquidaciones por despido; no más conflictos ante las Juntas, y la desaparición de las mismas Juntas de Conciliación y Arbitraje. Solos, arriba del Ring, patrones y trabajadores, sin ningún árbitro y sin ningún reglamento en medio: esa es la exigencia de los ricos de México y de fuera.

El criterio –según ellos- para remunerar e incrementar las percepciones de un trabajador, no debe ser el “escalafón ciego”, sino el de la “productividad del trabajador”; al patrón se le debe eximir de la obligación de reinstalar a trabajadores con antigüedad menor a tres años al momento del despido, pagando a cambio, sólo una indemnización; se debe generalizar la multihabilidad obligatoria, es decir, los obreros deberán chingarle más y desempeñar más funciones a un mismo tiempo; eliminar el descuento obligatorio de las cuotas sindicales por nómina y suprimir la famosa "cláusula de exclusión por separación", eliminar de la Ley las tablas de enfermedades y de valuación de incapacidades de trabajo, y un largo etcétera.


Como puede verse, no se trata de una reforma laboral pensada para favorecer a los trabajadores, sino exactamente al contrario: se trata de una verdadera contrareforma, dictada por la ambición desmedida de los mandones de este país.

El partido que mejor representa estas viejas demandas de la Iniciativa Privada es, sin duda, el PAN, y cuyos planteamientos principales podrían resumirse así: más requisitos para el registro de sindicatos y para emplazar a huelga: obligar a los sindicatos a rendir cuentas sobre el patrimonio sindical (como si los empresarios rindieran muy buenas cuentas ante Hacienda, IMSS, etc., ¿no?); permitir la injerencia de las empresas en la designación de los representantes obreros; autorizar a los patrones “nuevas” formas de contratación: individual, pago por horas, contratos “a prueba” por seis meses, sin derecho a la liquidación y sin generar antigüedad, entre otras.

Por su parte, el PRI, se plantea formalmente: respeto a la autonomía sindical, al contrato colectivo y al derecho a huelga, realización de cambios para controlar las empresas subcontratadoras, que permiten a los patrones eludir impuestos y gastos en materia de seguridad social; que el ISR no se cobre en aguinaldo, vacaciones y tiempo extra; el pago por hora a jóvenes que están estudiando y lo puedan combinar con trabajo, así como estímulos fiscales a las empresas que se comprometan a crear nuevas fuentes de trabajo. O sea, que a los inversionistas no sólo no se les cobre por hacerse ricos, sino que hasta se les premie.

Mientras que la propuesta del PRD, presentada en abril de 2010, propone, también de palabra, la defensa de la autonomía sindical, el rechazo de nuevas formas de contratación, como el pago por horas; debe quedar intacta la jornada laboral y no se deben solicitar más requisitos para el derecho de huelga, y el respeto irrestricto de la equidad de género y la no discriminación en el empleo.

Como pueden ver, compañeros trabajadores, no hay en ninguno de los partidos en el poder, absolutamente ningún pronunciamiento serio, enérgico y decidido a favor de nosotros, los que producimos toda esa riqueza que se embolsan los patrones y sus “chalanes” del gobierno. Sólo encontraremos entre las propuestas diferencias aparentes, de esas que siempre se podrán negociar a cambio de mutuas concesiones políticas, espacios y prebendas, como seguramente sucederá. Al final se pondrán de acuerdo, le asestarán una puñalada trapera a los trabajadores y seguirán su baile agarraditos de la mano. No tendremos que esperar mucho tiempo para comprobarlo.

Por todo lo anterior, compañeros, no nos cansaremos de insistir en la tremenda urgencia de que los trabajadores nos pongamos las pilas, le perdamos el miedo a la organización y a la lucha, nos preparemos políticamente y nos lancemos a la defensa de nuestros intereses, antes de que los poderosos terminen engulléndonos uno a uno, como el monstruoso Polifemo, villano de La Odisea. Que así sea.

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