jueves, 6 de octubre de 2011

Fábrica de “Ni-Nis”

El profe
Hola de nuevo amigos de “Horizonte Político” de antemano un agradecimiento a los administradores de este blog y a los lectores por sus comentarios de mi intervención pasada. Ya estoy de nuevo con ustedes para platicarles acerca de un tema muy en boga ya que ha trascendido del regazo e intimidad familiar para convertirse en un fenómeno social que es necesario atender. Como muchos otros problemas, las Instituciones Sociales y Gubernamentales atienen el problema a través del síntoma y sus expresiones, pero dejan de lado el origen de la situación.




Entremos en materia: Se ha denominado “Ni-Nis” a los jóvenes entre 15 y 18 años que Ni estudian Ni trabajan dedicando sus días al ocio y la vagancia. Muchas situaciones rodean a este segmento de la población; por un lado son jóvenes en edad escolar (bachillerato o medio-superior) de los cuales muy pocos cuentan con experiencia y/o madurez suficientes como para encontrar un trabajo que les permita un real desarrollo profesional y económico, a lo anterior sumamos el déficit educativo y laboral en el que se encuentra nuestro país y por otro lado más fenómenos sociales de actualidad como la migración o el narcotráfico que deslumbran a los jóvenes con supuestas riquezas fáciles y duraderas.
Como situación multifactorial tendríamos que revisar muchos aspectos del fenómeno de los “Ni-Nis” los cuales incluso cambian de región en región, hoy platicaremos de uno de ellos en particular, el cual yo considero que es de los nodales y que dan origen a la situación de la que hablamos.

Esta historia comienza con el nacimiento de un bebé pasada ya la mitad de los años 90s (aunque se venía gestando 10 o 15 años antes), se acerca el fin del milenio y todo el mundo se prepara para la gran celebración. El nuevo milenio reclama cosas nuevas en toda la sociedad: nuevas relaciones de género, nuevos estilos de crianza y educación, nuevas leyes y procuración de justicia… el tercer milenio se perfila como la era de los Derechos Humanos. Nuestro bebé empieza a crecer en esta nueva era, donde los padres se preocuparán por darle “todo” lo que necesite, procurarán satisfacer sus necesidades materiales aunque para ello tengan que sacrificar su presencia en trabajos absorbentes de largas jornadas. Para cumplir con su cometido los padres pedirán asilo en la casa de los abuelos, lo cual de principio resultará beneficioso ya que dividir los gastos de la casa permitirá cubrir otras necesidades. Sin embargo, la crisis económica sigue golpeando y los padres tienen que trabajar más. El bebé aprende a vivir con padres ausentes, quedando a cargo de los abuelos consentidores.
En otros casos, los padres cuyos sentimientos de culpa crecen por el abandono del hijo (por divorcios o paternidades precoces o fortuitas), o en casos donde los padres pretenden cubrir estereotipos sociales de padre proveedor y madre abnegada el resultado es muy parecido al que estamos desarrollando en el presente escrito.

Pues nuestro bebé creció consentido, atendido y sobreprotegido por los adultos que lo rodearon, aprendió que solo necesitaba levantar la mano para ser acercado a lo que quería, por ello tardó en  caminar, y por una razón parecida tardó en articular palabras. En una edad un poco más avanzada se le permitió jugar a su antojo, no tuvo la necesidad de negociar con nadie ya que poco o nada compartió sus cosas, por ende poco o nada se vio enfrentado a la pérdida y su frustración.

Los pocos o nulos límites con los que fue criado le complicaron la vida escolar básica, tuvo que cambiar alguna vez de escuela, acudir a algún especialista e incluso pudo haber sido diagnosticado con algún trastorno, síndrome o déficit infantil, intelectual o de aprendizaje.
Diagnosticado o no, nuestro niño siguió creciendo biológicamente, pero sus deseos y necesidades no crecieron con él, sus padres y abuelos se encargaron (al darle “todo lo que necesitaba”) de anular su iniciativa, su creatividad, su imaginación y también su necesidad de ser, sus deseos de crecer.



El joven no tiene interés porque sus necesidades están cubiertas, ¿para qué esforzarse si sus papás resolverán sus problemas? ¿para qué estudiar o trabajar? ¿para qué preocuparse por el futuro?

Acostumbrado a que las cosas le lleguen fácilmente, nuestro joven apenas inicia la parte más difícil de su desarrollo personal, ya que se encuentra atascado entre una sociedad que no le ofrece ninguna oportunidad de desarrollo y si muchas “puertas falsas”, y entre su propia mediocridad gestada, nutrida y desarrollada desde el seno familiar que le dio la vida.

Hoy, querido lector te dejo esta reflexión para que pienses si eres padre o si eres hijo en una fábrica de “Ni-Nis”, para que crees tu propio criterio y sepas que tener “todo” y cubrir por “completo” las necesidades de un niño puede resultar más dañino de lo que se pudiera pensar. La necesidad provoca anhelos, sueños y deseos que nos hacen ponernos en movimiento para alcanzarlos, desarrolla la iniciativa, la creatividad y la imaginación, forja el carácter y el autoestima, si a esto le agregamos valores bien afianzados, obtendremos seres humanos que buscan constantemente ser felices, y lo son al intentarlo todos los días.


Muchas gracias amigos lectores por dedicarme unos minutos de su tiempo, no se les olvide enviarme sus comentarios al correo electrónico que viene al calce y nos leemos por aquí la próxima vez.  

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