viernes, 22 de julio de 2011

Transparencia y Corrupción


Alan Ramírez

La transparencia en instituciones públicas es un asunto de primera importancia. El cómo se administran los recurso del Estado es, o por lo menos debería de serlo, del interés de toda la población. Y no es para menos, los recursos de las instituciones que, por ser producto directo del pago de impuestos, podemos considerar como nuestros, o por lo menos a nuestro servicio (al servicio de todos los mexicanos, como dicen los discursos demagógicos a los que casi no estamos acostumbrados), tendrían que brindar completa transparencia. Cabe señalar que, a pesar de todas esas campañas publicitarias para exigir el llamado “derecho a la información”,  México ocupa un vergonzoso lugar número 98 en el Índice de Percepción de Corrupción 2010 (CPI), elaborado cada año por la organización no gubernamental Transparencia Internacional (TI). Resultado claro de que tal “derecho” no se da en México.




Ahora bien, recientemente  uno del los llamados “presidenciables”, o quizás no hablando tan precipitadamente  “pre-presidenciable”, Alonso Lujambio, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), aseguró –según leí en un diario de circulación nacional–  que “desde que llegó a la dependencia priva una mayor cultura de transparencia y rendición de cuentas”.  ¿Un  funcionario honesto?, me pregunte, ¿o demagogia? No tuve que ir muy lejos para hallar la respuesta, dos paginas después me encontré con que, “César Pérez Becerril, autor del diseño la Estela de Luz, aseguró que Alonso Lujambio, lo ha presionado para que no revele la corrupción que hay en la construcción del monumento del Bicentenario”.

La sorpresa no fue mucha por supuesto, parece ser que el común denominador de la política mexicana (con sus excepciones claro) es la demagogia y la mentira. Y el encargado de la educación pública no se queda atrás. Allí esta el gran funcionario que pugnaba por la transparencia, y que lamentablemente dirige una institución de tan vital importancia como lo es la SEP.



Una situación deplorable para la política nacional, pero no la única, a lo anterior se le suma la “invitación” de Santiago Creel a que gente como Ernesto Cordero, el mencionado Alonso Lujambio, Javier Lozano y Heriberto Félix se “destapen” como “precandidatos” para las elecciones de 2012. Así es, ni a cual irle. Una oleada panista francamente mediocre y corrupta.
Ya decía Gaspar Melchor de Jovellanos “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”, parece ser que, con transparencia o sin ella, el pueblo mexicano se ha dado cuenta de la calaña de estos señores y para muestra de ello  remitámonos a las recientes elecciones en las que el PAN fue poco más que apabullado.

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